Antecedentes y situación actual
La enseñanza de lenguas extranjeras en el sistema educativo español ha ocupado siempre un lugar importante. Algunas Comunidades Autónomas han regulado su inicio desde los tres años. Su estudio se realiza con carácter general y obligatorio desde la educación infantil hasta el final de la educación postobligatoria, es decir hasta los 18 años. Esto significa que, los jóvenes españoles que completan su educación secundaria estudian un idioma un mínimo de 10 años y actualmente lo hacen hasta 15. Ello supone sin duda un tiempo más que suficiente para alcanzar unos buenos niveles de competencia lingüística. Especialmente si lo comparamos con los 11 años que estudian en Francia, 8 en Italia, 11 en Alemania y 3 en el Reino Unido.
A lo largo de las últimas décadas, y de manera creciente, los centros educativos, especialmente los de educación secundaria, desarrollan actividades encaminadas a complementar las enseñanzas de idiomas que reciben sus alumnos mediante la organización de viajes lingüísticos, intercambios de alumnos y de manera importante participando en programas europeos, programas de movilidad de alumnos y profesores. Esto supone que cada año, cientos de miles de alumnos y decenas de miles de profesores viajan a países de nuestro entorno en los que tienen que comunicarse en una lengua extranjera. Del mismo modo esa movilidad es recíproca, por lo que un gran número de alumnos y profesores de otros países vienen a España para realizar actividades similares. Una gran ventaja para nuestros alumnos y profesores es el hecho de que en los programas europeos, al participar diferentes países, la lengua de trabajo es normalmente el inglés y en ocasiones el francés, es decir, las dos lenguas más estudiadas en nuestro sistema educativo. A esto hay que añadir el esfuerzo de las familias que, conscientes de la necesidad de dominar lenguas extranjeras envían a sus hijos a academias de idiomas privadas a reforzar o aprender lo que deberían aprender en la escuela, con el coste adicional que supone. Lo mismo ocurre con los cursos de verano y las estancias en el extranjero. Según datos facilitados por la Asociación Española de Promotores de Cursos en el Extranjero (ASEPROCE), entre 80.000 y 100.000 jóvenes realizan cada año cursos de idiomas fuera de España.
Centros educativos El análisis de la enseñanza de lenguas extranjeras se puede enfocar desde cada uno de los tipos de enseñanza que se imparte en los centros educativos de nuestro país y que se pueden dividir en tres.
Centros ordinarios
Todos los centros educativos imparten inglés como lengua extranjera con el objetivo de proporcionar a sus alumnos las máximas competencias lingüísticas que les permitan enfrentarse a su futuro profesional en las mejores condiciones posibles. Este modelo de enseñanza es el que se dirige con carácter general al 100% de la población escolarizada. Para ello cuentan con maestros y profesores especialistas en el idioma que enseñan y con la dedicación horaria que establece la normativa vigente a lo largo de toda la escolarización de una asignatura de carácter obligatorio en nuestro sistema educativo.
Centros con sección lingüística
Una opción intermedia entre los centros ordinarios y los centros bilingües consiste en la creación de secciones lingüísticas. Este modelo de enseñanza se realiza en centros de secundaria y consiste en la impartición de algunas asignaturas en lengua extranjera. Se dirige solamente a una parte de los alumnos del instituto y, a diferencia del modelo bilingüe los alumnos que acceden al programa reciben enseñanzas en una lengua extranjera sin contar con los conocimientos necesarios para ello. Por lo tanto es necesario utilizar dos lenguas de aprendizaje al mismo tiempo, lo que va en detrimento de una correcta calidad de la enseñanza impartida así como de un correcto desarrollo tanto de las competencias lingüísticas como de la adquisición de conocimientos. En función de la preparación de los profesores y de las decisiones que éstos tomen a lo largo del desarrollo del programa, algunos alumnos consiguen unos niveles de competencia lingüística correctos.
Centros bilingües
Algunas administraciones educativas han puesto en marcha programas que consisten en impartir algunas asignaturas en inglés, con lo que los alumnos no solamente aprenden un idioma sino que la lengua extranjera se convierte en lengua de aprendizaje, en lengua vehicular. El objetivo es que los alumnos no solo aprendan una lengua extranjera sino que, al adquirir conocimientos en otro idioma, consigan un dominio de la misma lo más próximo posible al de su lengua materna. El nivel de competencia lingüística que se alcanza es muy superior al de los centros ordinarios y al de los centros con sección lingüística. Estas enseñanzas se inician en la educación primaria y su implantación debe ser progresiva en toda la etapa, si se pretende conseguir los objetivos adecuados. Este modelo afecta a centros de primaria y de secundaria y su progresión está condicionada por los recursos necesarios para su implantación y desarrollo: formación y habilitación de profesores, recursos económicos, auxiliares de conversación, etc…
Propuesta de actuaciones/recomendaciones
I. Centros ordinarios
Los centros ordinarios atienden al 100% de la población en edad escolar y por lo tanto los objetivos que se marquen para este tipo de centros deben serlo con carácter general. Este es sin duda el ámbito en el que es necesario centrar la mayor parte de los esfuerzos puesto que las medidas que se apliquen son las que van a marcar cambios fundamentales en los resultados que se desee obtener y que no son otros que conseguir para todos los alumnos el nivel de competencia lingüística más alto posible. La enseñanza que se imparte en los colegios e institutos, en lo que a lenguas extranjeras se refiere, produce unos resultados insuficientes, a juzgar por los datos que reflejan las encuestas internacionales, por el conocimiento que los especialistas en lenguas extranjeras tenemos del sistema y por supuesto también por la opinión de muchos profesores de universidad que, año tras año, reciben alumnos que han completado el Bachillerato y superado la prueba de selectividad y que sin embargo tienen un bajo nivel de competencia lingüística. Tal y como se ha expuesto anteriormente, la enseñanza de una lengua extranjera en nuestro país tiene carácter obligatorio desde los 3 a los 18 años. Eso significa que nuestros jóvenes la estudian más años que sus homólogos en la mayoría de los países de nuestro entorno, y por lo tanto más horas. A diferencia de muchos países, nuestros maestros y nuestros profesores son especialistas de la lengua extranjera que enseñan. Además son especialistas solamente de la lengua que enseñan. El número de alumnos por aula en las clases de idiomas está dentro de la media de los países de la UE. Con estos datos es evidente que nuestro sistema debería obtener mejores resultados. A pesar de que se suele pensar que “a grandes males grandes remedios” y, aunque en el mundo de la educación se suelan aplicar grandes soluciones para resolver pequeños problemas, a veces se pueden resolver grandes problemas con pequeñas soluciones. Este puede ser el caso de las lenguas extranjeras. Si todos, o al menos la mayoría de los factores que inciden directamente en la enseñanza de lenguas extranjeras en nuestro país, son sensiblemente mejores que los de sistemas que obtienen mejores resultados, es evidente que el problema no está ni en la duración de esas enseñanzas, ni en la cualificación de los docentes, ni en su especialización, ni en el número de alumnos por aula. Si descartamos todo lo anterior solamente nos queda la METODOLOGÍA. Pero si hablamos de metodología, nuestros docentes llevan años utilizando metodologías modernas, activas y participativas, igual que los docentes de otros países. El único elemento metodológico que queda por abordar es, por lo tanto, la LENGUA. No todos los profesores utilizan en clase la lengua que enseñan de manera habitual. Y ese debería ser el reto: conseguir que todos los profesores de lengua extranjera impartan sus clases exclusivamente en la lengua que enseñan. El desarrollo de esta medida requiere la elaboración de nuevos currículos para lenguas extranjeras adaptados a este nuevo enfoque, un potente Plan de formación permanente del profesorado y el establecimiento de evaluaciones periódicas con el fin de comprobar la correcta progresión de los alumnos.
II. Centros con sección lingüística
Los centros con sección lingüística cuentan con una oferta educativa que se sitúa a mitad de camino entre la oferta de los centros ordinarios y los centros bilingües. Se trata de un número reducido de centros de secundaria que ofrecen un modelo de enseñanza pseudo-bilingüe desde el primero curso de la educación secundaria obligatoria. Cuentan pues con alumnos que acceden a estos centros sin conocimiento alguno con un conocimiento muy bajo del idioma que van a estudiar. Esas enseñanzas no se pueden considerar bilingües en sus propios términos puesto que al desconocer el idioma, su adquisición se realiza de una manera lenta y mediante el uso de dos lenguas de comunicación utilizadas de manera simultánea. Difícilmente se llega a utilizar una sola lengua en clase y cuando esto ocurre suele ser en el último curso de la ESO o en el mejor de los casos una vez iniciado el tercer curso. Este modelo, que es válido para asignaturas como el francés, el alemán o el italiano, que son asignaturas que normalmente no se estudian en la etapa de primaria, produce naturalmente resultados lingüísticos intermedios entre los de los centros ordinarios y los centros bilingües. Es recomendable mantener este modelo de centro para los idiomas mencionados aunque convendría generar en los colegios adscritos a esos centros una demanda del idioma ofertado con el fin de ir introduciendo a los alumnos del tercer ciclo de primaria en los conocimientos del mismo y permitir así un mejor aprovechamiento al iniciar el programa. Ese interés y esa demanda se suele crear destinando los centros de secundaria parte de sus recursos a esos colegios. Esos recursos pueden consistir en sesiones lingüísticas impartidas en esos colegios por auxiliares de conversación o por profesores del propio instituto.
III. Centros bilingües
El modelo de enseñanza bilingüe es sin duda el de mayor excelencia en la enseñanza de idiomas. Este modelo permite iniciarse en la enseñanza de una lengua extranjera que adquiere el carácter de lengua vehicular y que por lo tanto se convierte en lengua de aprendizaje. Se caracteriza por el Aprendizaje Integrado de Contenidos y Lengua (AICOLE), es decir por adquirir los mismos conocimientos a través de una lengua extranjera. Su inicio en el primer curso de primaria y su implantación gradual garantizan una correcta progresión tanto del programa como de la adquisición de conocimientos por parte de los alumnos. Una generalización de este modelo iría en detrimento de la calidad del mismo y por lo tanto debe ser descartada. Este tipo de enseñanza, que afecta no a todos, sino a una parte de los centros, solamente se puede poner en marcha si se cumplen determinadas condiciones entre las que hay que destacar las siguientes: apoyo político al más alto nivel, normativa clara que regule su funcionamiento, igualdad de oportunidades, participación voluntaria de los centros, compromiso explícito de claustros y consejos escolares, requisitos mínimos a centros y profesores que garanticen su viabilidad, escrupuloso respeto al trinomio “un profesor, una asignatura, una lengua”, formación del profesorado constante y de alta calidad, recursos económicos, complemento retributivo al profesorado AICOLE, auxiliares de conversación, evaluaciones del nivel de los alumnos, seguimiento del programa por centro. A pesar de los resultados insuficientes de nuestro sistema educativo, éste cuenta con excelentes profesionales con altísimos niveles de competencia lingüística y con muchos deseos de mejorarla. La clave del éxito de cualquier programa bilingüe está en la calidad de sus profesores y por lo tanto la formación permanente del profesorado es sin duda el factor fundamental para conseguir los mayores niveles de calidad. Algunas Comunidades Autónomas han puesto en marcha modelos que están produciendo un gran impacto en el sistema educativo. Esos modelos bilingües en las CCAA que cuentan con una sola lengua oficial, se convierten en modelos trilingües en aquellas que cuentan con una lengua cooficial, incrementando la complejidad del mismo. Por su modelo de implantación, por su desarrollo, y por sus resultados y porque incluye al 100% de los alumnos del centro que se incorpora al programa, el modelo a seguir puede ser el de la Comunidad de Madrid. La creación de centros bilingües o trilingües es sin duda un factor de calidad de la enseñanza. Por lo tanto es aconsejable seguir ofreciendo este modelo de enseñanza. Con el fin de dar cierta coherencia a programas que afectan a alumnos de todas las regiones de España, así como de evitar confusiones, es necesario acordar una definición de centro bilingüe. Se sugiere que la consideración de centro bilingüe se otorgue exclusivamente a aquellos centros autorizados por las administraciones educativas, que ofrezcan enseñanzas bilingües a todos sus alumnos y que impartan al menos un 30% de sus enseñanzas en el otro idioma. Es evidente que a esta definición convendría sumar las condiciones mencionadas anteriormente así como la creación de sistemas propios e internos de evaluación.
IV. Segunda lengua extranjera
La mayoría de los sistemas educativos de los países de la UE ofrecen a lo largo de la escolaridad obligatoria, una segunda lengua extranjera. Aunque en algunos países esta oferta se inicia en la educación primaria, en la mayoría de ellos la segunda lengua extranjera se estudia en la etapa de educación secundaria, manteniéndose con carácter general hasta el final de la edad de escolarización obligatoria. En España, en la etapa de Educación secundaria obligatoria, el 40% de los alumnos cursa una segunda lengua extranjera y en Bachillerato cerca del 25%. La importancia de conocer y hablar lenguas extranjeras hoy en día es indiscutible. Cada vez más jóvenes de los países de nuestro entorno estudian dos lenguas extranjeras a lo largo de su escolaridad. Nuestro sistema sin embargo permite que un 60% de los alumnos finalice sus estudios habiendo estudiado solamente una lengua extranjera. Desde el punto de vista de la competitividad, puede ser un hándicap para una buena parte de nuestros jóvenes. La segunda lengua extranjera necesita un impulso. Es necesario fomentar la elección y el estudio, por parte de nuestros jóvenes de una segunda lengua extranjera. Las administraciones y los centros educativos deberían animar a los alumnos a optar, siempre que sea posible, por el aprendizaje de una segunda lengua extranjera, tanto en la ESO como en el Bachillerato. Consideraciones generales Con el fin de no perder el contacto con la realidad, hay que tener muy presente una serie de consideraciones y de prevenciones de cierta importancia relativa a la enseñanza de idiomas. El objetivo de cualquier sistema educativo debe ser el de conseguir de cada alumno el mayor nivel posible de competencia lingüística en el idioma o los idiomas que estudie. En ningún momento hay que perder de vista que nuestros alumnos son españoles y no ingleses, y que por lo tanto no se trata de que hablen como los ingleses sino como españoles que hablan muy bien inglés. Del mismo modo nuestros profesores son españoles y no ingleses y, como en todos los países de nuestro entorno, se esfuerzan por actualizar su formación y por ofrecer la mejor formación posible. La enseñanza bilingüe produce grandes beneficios en la formación de un joven si ésta se realiza correctamente. En los modelos de enseñanza bilingüe debe primar siempre el interés de los alumnos. Es aconsejable definir y diferenciar los tres modelos de enseñanza que se imparte en: centros ordinarios, centros con sección lingüística y centros bilingües. El proceso de aprendizaje de una lengua extranjera es algo muy serio que no debe verse condicionado por el capricho o los intereses de nadie. Las decisiones que afecten el desarrollo o la puesta en marcha de medidas o programas bilingües deben ser avaladas por expertos en la materia. Teniendo en cuenta que la enseñanza bilingüe no es un invento reciente, hay que evitar los experimentos producto de ocurrencias. Cualquier programa bilingüe debe garantizar la continuidad de las enseñanzas, su progresión y su constancia. No se debe impartir enseñanzas bilingües de manera discontinua en función de criterios fijados por los centros. Cualquier programa que imparta enseñanzas bilingües debe ser monitorizado y supervisado por la administración educativa responsable. Es necesario asegurar y mantener la máxima calidad del programa que se desarrolle. A pesar de la clara voluntad que existe de fomentar la autonomía de los centros, aún no se dan las condiciones necesarias para dejar en manos de directores de centros decisiones que afecten a enseñanzas bilingües. Es necesario involucrar y motivar a los profesores. Son la base y la clave del éxito.
Xavier Gisbert - Madrid, 2011